martes, 10 de agosto de 2010

Una tarde de Santa Fe

¿Y el canto del Fénix sigue cantando? Rezaba una nota pegada en la cabecera de mi cama esta mañana. Tal vez no sólo sea una siesta más en ésta húmeda y desesperada ciudad. Y puede que la taza de café vacía sobre la mesada, sea sólo eso. Y mis manos ahora estén tecleando ellas mismas y  yo sólo esté respondiendo a ese fructífero deseo y accionar al escribir, al hablar muda.
El sol entra del patio impacta en el lado derecho de mi rostro. La luz me ilumina, y eso me puede hacer sentir más viva.
Escucho el televisor y lo que reproduce. Escucho a mi madre charlando, y a un teléfono que suena. ¿Será para mí? Tal vez alguien se acordó de mí, y tiene una receta para hacerme sonreir sin una rápida razon escrita.
Sí, mis zapatillas hoy también son violetas. Mi pelo es marrón oscuro, como todos los días, y mis ojos no tienen un color distinto al casi negro habitual.
¿Es solo un día más de la realidad en ésta burbuja de existencia?
No voy a afirmar ni negar ésa pregunta.
Puedo convertir al volcán de lava ardiente que quiere salir de mi boca, en una ópera de voces que expresan libre, cordial y serenamente todo deseo y miedo que pasa por sus cabezas.
Hoy es un día más, sólo si yo lo quiero.
(Tenía encadenado en el corazón la culpa de vivir amarrado a amores que podía distinguir. Dónde confundía valentía de tristeza. Dónde las decisiones llegan tarde, y el reloj de arena se rompe, cuando ve la espalda del esbelto cuerpo de su amor marcharse)
P/S: No reflejo solo mis amores. Hay más de un protagonista en mi mente.

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