Pensé que ya no me movilizabas tanto
como ayer
creí que se habian extinguido los
universos que creabas en mí
pero en un nuevo big bang recreaste
toda magia adormecida
dejándome incrédula ante lo que aún
vive adentro mío e ignoraba.
Quizás en el afán de poder controlar
al corazón me mentí dando por muerto a tanto amor.
Es que me encontré en pleno funeral
simulando una viuda negra que no sabía ver la mentira que me estaba
haciendo creer.
No es que tenga miedo
o que el desgaste haya sido mayor
Simplemente éste empate ya no me
basta, y el eterno jaque mate en que me dejas el alma me reveló los
silencios. Y en la revolución interior que desperté o despertaste,
me redescrubro con el corazón al aire y tan poco vulnerable a tus
intentos mediocres de llevartelo contigo otra vez.
Me volví exigente, y lo barato ya no
me alcanza ni para el placer;
lo que dabas porque sí ya ni excita.
Si es que la valentía es el paso
primordial para amar
pretendo que sea igual de exigente para
ambos.
Y no se trata de ser sofisticado e
ingenioso
se trata de aprendre a abrir los ojos
antes de exigirle al de al lado que observe con atención.
Nunca fuí precavida y te amé más de
lo que mis propios límites me lo permitían
Y no hay juez que pueda dictaminar que
caí en egoismo alguno ya que a la inmensidad de madres selvas que
generabas las mataste al condenarlas a cequía eterna o a ponerlas en
pausa y hacerlas morir por un poco de tus diluvios ipnóticos.
Con hambre no se puede ni exigir
y los cielos fallecieron exaustos de
agonía.
Si has de guardar planes bajo la manga,
que el propio destino te demuestre que con el placer no basta para
besuquear con locura un corazón y mucho menos para llevar en tu
andar su condimento de felicidad que te suma.
Ésa misma felicidad que te permitió
querer apostar a todo aún siendo el más cobarde de todos.
La semilla era mágica y floreció en
tus campos
y si la aucencia de riego le quito
vida, aplícale primeros auxilios a sus raices, por más que ya ni se
acuerden de tus labios.