domingo, 4 de septiembre de 2022

Puentes

 Hay un poco de vos

hay un poco de mi

en este estanque del que no puedo salir.

Hace poco me dí cuenta 

que hablo en volumen bajo.

En un volumen apenas perceptible para el que me oye

Que si no tiene intensiones de oírme jamás lo hará

porque el volumen exije un esfuerzo

Será por esa inquietud de existir y exigir

que aprendí a hablar a los gritos

pero en silencio, escribiendo.

Cuando me recluyo de la cotidianidad

siempre pienso si alguien acudirá a mí

o simplemente quedaré allí atrapada en mis mundos.

Antes de que el acertijo se resuelva

yo siempre termino acudiendo

al colectivo del que soy parte y no puedo

ni quiero salir.

Hace poco me di cuenta

que un desconocido se convierte en un amigo

si uno muestra su vulnerabilidad

allí se traza el puente que permite conectarse.

También entendí que los puentes necesitan cimientos 

en su principio

y en su fin para sostenerse.

Y que no puedo sostener puentes sola,

en realidad creo que sí puedo 

pero ya no quiero.

Éso explica los puentes que ya no existen más a mi al rededor

y que se derrumbaron con contundencia.

Aún sigo abrumada con sus escombros

del que me cuesta un poco limpiarme

Pero estoy resolviendo los cálculos necesarios

para consturir los nuevos puentes

que me sostengan 

(y yo sostenga)

en esta realidad

que se hace imposible de atravesar

sin conectar(se).

sábado, 14 de noviembre de 2020

Frascos

Me gusta todo lo que vaya dentro de un frasco.
Me intriga la química,
es decir: la razón de ser,
de lo que se conserva.
Hace mucho que eso tiene que ver con lo que soy
sin saber que quizás 
iba a terminar teniendo que ver con lo que sos vos.

A veces te pasa que
te metés adentro de tu frasco,
yo sólo me entero
porque solés tener la gentileza 
de abrir la tapa del frasco
con el único propósito de hacerme saber
que si no estás
es porque simplemente
estás ahí,
adentro de tu frasco.

Quizás lo más sorprendente sea
que a éste habitualmente conocido
como un comportamiento inusual
a mi me parezca de lo más lógico.

Muchas veces lo normal es tan aburrido
que lo que aparece enigmático, pero sincero y profundo
tiene más razón de ser
que lo llano y sencillo.

Prefiero que seas un enigma
y en el transcurso del laberinto
aprender a descifrarte
para que de una vez por todas
te animes a decirme 
cuál es la clave
para destrabar la tapa
del frasco que te enfrasca
de mí.

lunes, 18 de mayo de 2020

Trayectoria de espiral hacia una nueva normalidad

Durante esta línea temporal con trayectoria de espiral que nos está atravesando,
tuve repetidas veces la idea de sentarme a hacer esto.
No fue hasta que mi abuelo me llamó, como me llama ahora que estamos más lejos,
(pero indefectiblemente más cerca); para pedirme un poema mío, que lo hice.
Tuvo que insistir, no llamó sólo una vez. Fueron tres los llamados, y de hecho la segunda vez no atendí.
Que mi abuelo me llame para pedirme un poema
ya es un poema en sí mismo.
Haberme detenido en un instante de esta curva temporal
a plasmarlo en palabras
no es nada más y nada menos que un pequeño
reflejo del amor que genera su entusiasmo sobre mis palabras.
Hace bastante que pienso y que actúo en función de una idea.
Soy un futuro en camino.
Ese futuro ahora, parece estar atrapado.
La idea de atravesarlo de manera productiva es errónea.
Porque es la normalidad de pensar las cosas de manera productiva, justo la que tenemos que cambiar.
Ahora que los objetivos parecen estar paralizados, en realidad se aceleran.
Y nosotros no atravesamos los días de encierro, son ellos los que nos atraviesan a nosotros.
Y va a ser así hasta que entendamos que el deseo de volver a la normalidad
es la verdadera trampa que no nos permite avanzar.
Estamos atrapados con nuestro propio reflejo eternamente, por lo menos por ahora.
Estamos obligados a enfrentarnos a nosotros mismos, lo que dure esta eternidad.
Para sortear la trampa de avanzar retrocediendo por la vieja normalidad
me ví obligada a  aprender a dejar que el amor me sorprenda, a aprender a andar sin un plan.
A aprender a domar la incertidumbre
de no saber cuando vamos a tocar lo que amamos
cuando vamos a abrazar a los que extrañamos
cuando vamos a tomar lo que es nuestro.
En lo que quede de este paréntesis de la realidad
espero que otro aspecto de la nueva normalidad que estoy construyendo
se trate de  mi abuelo llamándome por teléfono para pedirme un poema
y que éso siga siendo un poema en sí mismo.

martes, 15 de octubre de 2019

Pedazos de alma

¿Qué es lo que te moviliza a luchar, a salir de ese casillero de comodidad individual,
y someterte a algo más complejo, que es dejar todo por algo que excede el perímetro de uno mismo?
Desde que nací mamé la combatividad de mi madre. todo todos los días era una batalla que ganar: mantenernos unidas, mantenernos felices, mantenernos con vida. Batallas que con fiereza pudimos doblegar.
Así en cada aspecto de mi vida supe que nada venía de arriba. Entendí que todo lo que yo quería
me lo tenía que ganar. Tenía que dejar una parte de mí para poder conquistarlo: ya sean lágrimas, sudor, tiempo, cuerpo, o pedazos de alma. Todo aquello iba a construir los cimientos de lo que pretendiese conseguir.
Apliqué literalmente esto a todo en mi vida
Entonces aprendí que nada podía ser realmente valioso si no había dejado una parte de mí misma para darle vida.
Como un rompecabezas empecé a encontrar partes de mi alma depositadas en un montón de lugares, en un montón de personas, en un montón de instantes. Que habían constituido la persona que yo era.
Nada es realmente valioso si uno no deja una parte de sí mismo para que pueda vivir para al fin florecer.
Dejando una parte de mí en cada momento donde amé la vida tuve miedo de que eso me consumiera, de que acabe poco a poco desintegrándome.
Pero comprendí que cada porción de mi alma que dejaba depositada en aquellos lugares, eran en realidad semillas que luego florecían dentro de mí.
Entonces empecé a ser más selectiva en los lugares con los que iba a construir mis jardines interiores.
Pues la realidad me había demostrado que si eso se convertía en algo dialéctico, no iba sólo a florecer en mi interior, sino también en el interior de otras personas.
Fue así que dejé trozos valiosísimos de mí en cada lugar en donde amé la vida. Añorando esa dialéctica que los hiciera florecer a ellos mismos.
Pero el tiempo se detuvo y el jardín que había construido se convirtió en un bosque en mi interior.
La vegetación se volvió principal allí donde puse menos expectativas: en mí misma.
Y en aquel lugar dónde había dejado el trozo más importante de mí la dialéctica se cortó.
El puente se cayó y el hilo verde que unía ambas vegetaciones se rompió.
Desesperada intente dejar aún más que lo que había dejado, pero eso comenzó a quitarle oxígeno a mis jardines interiores.
Volví a comprender que aquello por lo que no se lucha no es realmente valioso y así fue que comprendí tu mensaje.
Repleta de vegetación en mi interior pero perpleja ante la realidad, supe que ya no alcanzaba con mis trozos de alma, mientras la tuya permanezca paralizada.
La dialéctica para existir necesitaba de tu alma también, pero ella no supo luchar y se mantuvo indiferente.
Desde que nací mamé la combatividad de mi madre Así en cada aspecto de mi vida  aprendí que: nada es realmente valioso si uno no deja una parte de sí mismo para que pueda vivir, para al fin florecer.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

No confíes en el mañana

"Carpe diem es a la poesía
lo que es pi a las matemáticas"
me dijiste.
Con claro poco conocimiento de matemáticas
y con más libros de política que de poesía leídos
con una copa de vino de micrófono
largabas epifanías por tu boca.
Puedo afirmar cosas más cercanas a lo que es la poesía para mí
y es tan sencillo como ser yo misma, cuando hasta a mí misma me cuesta serlo.
Hay muchas dudas a la hora de decidir cuál palabra será la que prosiga a ésta última que acabo de escribir.
Hay mucha incerteza en cuánto va a durar tu caricia en mi pelo
Entonces en la certeza aparece la poesía
Que si tengo que definir su estado de agregación sería claramente un líquido
por su capacidad de limpieza
por su capacidad de envolver con sigo misma todo lo que se le cruce por el camino a la hora de fluir
Líquida como este sentimiento que sólo me hace feliz cuando fluye.
No puedo confiar en el mañana si me mantiene ocupada la mente la duda de lo que será
Decido abrumarme por el instante efímero pero eterno que me fluye entre las manos cuando escribo
Afirmo no muy convencida la seguridad de dejar ser dicha la palabra que ahora me sale escribir
Pienso que si ya arranqué a escribir esto no hay razón por la cual detenerme
Salvo que esa razón esté atascada en el futuro y en la posibilidad de lo que puede ser pero que hoy no es.
Dejar ser lo que hoy es sin maniatarlo al segundo que está por suceder
Con mucho más conocimiento matemático
intento dejar de contar los segundos que faltan para poder volver a oir
las verdades sin sentido
que atrapan esta marea de palabras
que sólo es capaz de ser porque el tiempo no se detiene
ni si quiera en el instante en que el magnetismo
entre el agua, vos y yo nos vuelve a hacer fluir
en el océano de fuego que nos atraviesa
cuando dejamos de confiar en el mañana
porque el presente es el otro.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Flor de Cactus

Los cactus son plantas secas
que poca atención requieren para sobrevivir
apenas necesitan agua
pero requieren una ubicación estratégica
para adquirir la luz solar necesaria
para crecer.
Por su simpleza, belleza y sencillez
sin ponerme muchas reglas
fue la primer planta que aprendí, que logré mantener viva.
Gran mérito personal.
Me había propuesto embellecer una parte de mi hogar
la única alternativa era darle vida a lo que no tenía vida
Lo verde fue la salida
No me basto con mantenerlas vivas
Quise más
Redoblé la apuesta y fui por las flores
fui por los helechos las alegrías del hogar
Fui por todo aquello que llenase de vida y color mi andar cotidiano
Fui por los aromas que nos envuelvan cuando nos perdamos
Fui por lo que alumbre cuando todo fuera oscuro.
En esa maraña de madre selva descubrí que no todos florecemos al mismo tiempo.
Que la madurez interna tiene sus ciclos y que respeta un orden divino
en el cual cada flor se nutre del proceso necesario para poder ser hermosa
Sencillamente hermosa y única.
Fui encontrando esas flores que superficialmente le daban color a la vista
Mientras los cactus, mis primeros logros
Seguían allí, vivos pero simples
Firmes pero básicos
Hermosos pero con espinas
Qué ansiedad tenía por ver florecer todo lo que me rodeaba
Tanta adrenalina me agarró que no pude dejar de regar las plantas
Con regadera, con manguera, con baldes
Con la lluvia, con mis lágrimas
No pude parar de regar las plantas.
Una a una las flores se apagaron
Una a una ahogadas de mi ansiedad fueron desintegrándose en la tierra
desapareciendo en sus raíces
Volviendo al comienzo, al inicio. Pero sin la posibilidad de poder revivir
No pude aprender a controlar la ansiedad
Nunca pude olvidar lo primero que había aprendido: cuidar un cactus.
Milagrosa y causalmente, los cactus se salvaron de mi riego.
Estuvieron allí, firmes absorbiendo la luz necesaria para existir.
No los vi, me olvide de ellos.
Eran hermosos, como siempre.
Eran fieles e inmunes a esa ansiedad por hacer florecer todo que me consumía.
De a poco en silencio, mientras yo me retiraba perdedora
Mientras ya no me acercaba al patio a sentirme bien
Mientras ya no podía ni si quiera respirar para sentir los aromas
Mientras ya casi no podía ni apreciar la belleza de la cotidianeidad de esos días
Los brotes uno a uno empezaron a crecer.
Las flores se hicieron presentes.
Para cuando las viste, ya estaban secas.
Ya habían florecido, ya habían alumbrado la existencia con su belleza.
Ya habían cumplido su cometido: florecer.
Por suerte para los dos había más de un brote por desarrollarse, por convertirse en flor.
Algunas ya se habían desarrollado
Otras aún estaban por nacer
Y las apreciemos o no lo van a hacer.
Esté donde esté nuestra mirada esté donde esté nuestro corazón
La flor florecerá
La flor será
Fruto indiscutible del aprendizaje de abonarla
Fruto innegable del amor por verla ser
Fruto implorable de la necesidad de que la veas.

Puntos Suspensivos

Con una mayúscula, antecedida por una sangría arranca un párrafo.
Los puntos indican el fin de una oración. El fin de una seguidilla de palabras que pretenden decir algo.
Cuando lo que hay que decir todavía no se ha solidificado ni en nuestro corazón lo que se expresa son murmullos, gemidos, susurros, del alma.
Esta historia está por arrancar por los puntos suspensivos en que tengo este sentimiento.
Como una de mis novelas favoritas, hemos dado vuelta la página. Con la certeza de escribir un nuevo capítulo.
El hilo conductor que nos trajo hasta aquí pende de un hilo.
El desenlace se bate a duelo con el nudo de esta historia.
Desde una perspectiva celestial, cual dios. Observamos alejados la batalla que estamos brindando nosotros mismos por el camino que tome la continuidad de esta historia.
Desde una perspectiva en la cual nos sentimos ajenos a la distancia en la que la vida nos ubicó para atravesar este trance.
Casi que como pochoclos mientras observo el reloj de arena, que demora años en dejar caer un grano.
Ya no se como darle cuerda al tiempo detenido en el instante en que me encuentras.
Resulta que el conflicto espacial en el que nos encontramos ha desintegrado el tiempo
Más bien lo ha reubicado y ahora el tipo corre en círculos
No tiene ni principio ni final esta historia
Es un círculo
En el cual una y otra vez nos chocamos con nosotros mismos
Con nosotros mismos cuando somos con el otro
Con nosotros mismos cuando estamos dentro del otro
Con nosotros mismos cuando estamos sin el otro
Ahora que no sabemos qué decir
Ahora que no sabemos qué sentir
Ahora que no podemos enfrascar esta porción de realidad
El amor se hace finito
La pasión incomparable
Los besos indiscutibles
La realidad cuestionable
Y yo renacida.
No hay manera de terminar de concluir el desenlace que nos muestre la salida de este laberinto. Más  que arrancando este nuevo capítulo de la historia en los puntos suspensivos en los que me dejaste el alma.
No hay manera de atrapar el trozo de realidad que me sucumbe
No hay manera de cerrar el círculo si todos los problemas y soluciones residen en tu boca.

viernes, 7 de julio de 2017

El vicio de la libertad

Hay mucha gente que quedó atrás
y eso me duele.
No suelo mirar al pasado
pero cada vez que los recuerdo
no puedo evitar preguntarme
qué pasó
que la amistad se destruyó.
Si fui yo, si fueron ellos
O si fue cosa del destino que ya no nos quería más unidos.
Para decir la verdad, no creo en el destino.
Son nuestras propias decisiones las que definen nuestros caminos.
Entonces
Qué decisiones fueron las que nos separaron.
No es que los extrañe, ni a ellos ni a la que era yo cuando estaba con ellos.
Pero de tanto a nada, la pregunta me surge.
Y es inminente la culpa por sentir que quizá fui yo la que decidió separar aquello que me consumía, haciéndome creer que era libre, y que aunque no lo supiera también me unía a ellos.
Dejé ir ese vicio inútil que acostumbraba a unirnos, y de a poco, sin saber que iba a ser una consecuencia, los deje ir a ellos también.
No me duele haber abierto los ojos
No me duele haber soltado esas cadenas que confundían adicción con libertad
Pero la decisión dejó atrás mucho más de lo que creía
Y cuando observo los resultados, me duele.
Me duele que la libertad nos consumiera
y nos dividiera,
y que hoy estemos en caminos tan distintos
siendo que habíamos construido uno unidos.
No me arrepiento, pero la realidad me hace sentir
que lo que quedó atrás valía más para mí que para ellos,
pues soy yo la única que escribe estas líneas.

miércoles, 5 de julio de 2017

Un año de silencio

Siempre escribo a bombardeo de teclado y papel vacío. Claramente papel virtual vacío, recargándose de tinta ficticia. Al final el descargo intento sintetizar el vómito literario en un sustantivo y un adjetivo. Muy básico lo sé, pero es lo que me sale después de producir tanto encuentro entre palabras que termino pegan con moco.
Pero haber adormecido el habla durante un año merece arrancar de una buena vez desde el principio, encuadrando la situación de la que debo hacerme cargo. El silencio al que me sometí a mí misma.
Inevitable pensar cuál es la comodidad que me llevo a apagarme así. Pero las preguntas siempre llevan a más preguntas. Y la amnesia me dice que, lo que me producía escribir quizás era lo mismo que me obligó a dejar de hacerlo.
En qué sumisión sentimental me habré encontrado a su lado que inconscientemente volví mi enemigo a quién era mi amigo. Demonicé la palabra que alguna vez supo salvarme la vida, simplemente porque ahora la tristeza no dominaba mi vida.
Qué cobarde me resulta que la felicidad no se pueda acompañar con la poesía. Recién ahora puedo reparar en lo superficial que fue la realidad por no poder hacerla encontrar con estas líneas. Es trágico entender que usé la palabra para hacer carne el dolor, pero me olvidé de ella cuando pude transformar la oscuridad en luz. Y entonces no hubo verso que le diera vida a la armonía que dominarían mis días a tu lado.
No hay peor egoísta que el que se esconde las herramientas para poder cambiar la realidad, para bien o para mal. Pensar siempre en las palabras que nos rescatan del naufragio, pero olvidarnos de ella cuando el barco vuelve a navegar, sin necesitar tropa ni capitán.
Un año de silencio me llevó poder legitimar la corriente que me trajo hasta acá.
Un año de silencio me costó superar la infelicidad de poder decir y asumir que se puede escribir y ser feliz.



Se rebela el presente.

Entro un poco desesperada pretendiendo encontrarme alguna yo del pasado que me recuerde lo que era andar por allí destilando poesía, principalmente cada vez que no sabía decir ni mucho menos existir.
No sé si fue la desesperación o el destino, pero como esperándome, me encontré.
Detenida en algunos versos ingenuos, siendo la que extraño ser.
El encuentro no fue más que el reflejo que me devuelve el espejo, cada vez que me levanto y no me encuentro en la imagen que me mira.
Lo que me ha costado más entender es en qué momento olvidé de hacer aquello que me facilitaba procesar las emociones que el corazón me destruía.
Me había llevado siglos de llanto construir la armadura literaria que me ayudase a sobrellevar la realidad que cómodamente me animaba a cabalgar.
Pero allí me hallé, desnuda de armaduras en el reflejo del espejo, en el cual no me reconocía.
No me reconocía.
Y lo que principalmente no era mío era la voz; es decir las palabras. Lo que se oía no podía asumir que provenía de quién antes escribiera estas líneas.
En el espiral del tiempo me perdí, porque me buscaba, sin esperar desencontrarme al tenerme. Al tenerte.
Quizás lo más difícil de asumir sea que aquella poeta dejó de existir.
O quizás no. Quizás sea esa la realidad con la cual pueda cargar, pero lo que no me deja avanzar es la incertidumbre de quién es aquella que hoy suplanta a la que ante supe ser.
No es que la del presente no sea yo
o que no esté satisfecha con la reconstrucción de la realidad que conseguí
pero es raro asumir
que estos versos no son como los que pudieron haber sido.
Principalmente porque hoy soy lo que debí haber sido.
Y el problema está ahí, en el deber que carece de rebeldía.
Y sin rebeldía no se puede escribir verdadera poesía.

Poeta del pasado, escribe para los que leen hoy.

El hecho es que todo fue incomodo, en especial lo hermoso que estaba.
El sol despertaba los recuerdos y los aromas del amor
Lúcidos nos encontramos frente a frente
La raíz está profunda, y mi amanecer se desorienta.
La realidad es que la palabra nos titubea a los dos.
Estoy escribiendo
entre la noche apagada
y mi mente encendida
que no cede a dejarse ser tranquila.
Resulta ser que el corazón es un diablo descortez
ya hasta lo ignoro y no me interesa saber
qué me dice
qué pretende
hacía dónde quiere correr.
Pues la realidad me pone las cosas al revés
y éste mundo patas arriba
no existe
porque ya no me da vida.

martes, 1 de diciembre de 2015

Al Robin Hood del habla

Le escribo un poco a quién hozó de quitarme toda la inspiración posible que antes me recorría la mente para terminar siendo destilada a través de los dedos. Le escribo o lo describo de a poco intentando descifrar cuáles fueron las palabras que dijo o que nunca dijo para dejarme en bancarrota las reservas literarias con las que me defendía, con las que solía batallar en el umbral del desesperante impulso de existir. Y ahora le pregunto directamente a el. ¿Tan profunda era tu lengua que además de sacarme el aliento me ultrajó de las pocas palabras con las que malabareaba? ¿Tan poca imaginación tenías que me succionaste directamente desde el cuello, desde mis venas, desde mi sangre, gota a gota letra a letra, los recursos que me quedaban para describirte? Me dejaste analfabeta de poesía. Anonadada de hermosura. Expuesta de silencio. Desnuda de sentimientos. Y abusada de silencios.

Poco a poco tu voz me desojo los vacíos que dejaban mis dedos paralizados de silencio
adormecidos de vacío
acalambrados de inacción

Poco a poco tu mano se metió en mi boca
No le bastó con taparla
No le bastó con acariciarme el alma

Se metió en mi boca
Se hundió en los adentros
Se retorció en las cuerdas vocales
que ya no sabían estallar
que ya no podían olvidar tu nombre.

Entonces el corazón me defendió
y eligió
un lenguaje inusual
con el que ahora
debería
entrenarme
para aprender a decirte
para aprender a decirte para siempre
para aprender a decirte para siempre en el silencio
para aprender a decirte para siempre en el silencio que no existen palabras
no existen palabras
que te describan.

miércoles, 8 de abril de 2015

Arroz con leche

ARROZ CON LECHE me quiero casar. Cantábamos las niñas cuando lo eramos. Mi abuela me hacía arroz con leche. No recuerdo su sabor, tampoco si me gustaba o me desagradaba. Sólo recuerdo que ella lo hacía, simplemente lo cocinaba para mí y para mi hermana. No suelo acordarme de ello o de ella. Un día mi novio me dijo "Mi abuela hace el mejor arroz con leche del mundo" Y entonces zaz! Mi abuela se me reapareció de repente con su arroz con leche, con su estofado de domingo, con sus sacos de lana tejidos a dos agujas, con sus circos, con sus pelis de García Ferré, con su queso con dulce de leche. "Lo tenes que probar" terminó Mauro. Y volví. Creo que cuando conocí el flamante arroz con leche de la abuela de Mauro, me generó lo mismo que el de mi abuela: nada especial. A pesar de que Mauro apareció un día exclamando que la solución a todos sus problemas era que su abuela me enseñase su receta magistral, y así él tendría arroz con leche para siempre. Pero hubo algo que sí me generó su abuela, y que nunca le agradecí. Me hizo trasladarme al amor malcriador, indiscriminado, e irracional que una abuela siente y da a sus ñietos. Me hizo necesitar ése amor. Y fastidiarme por extrañar por completo a mi abuela. Hasta su arroz con leche no había sido consciente de lo que se me había ido a los siete años, y de lo que ya no tenía.
El día que la abuela de Mauro se fue, hubo una sóla imagen que se me vino encima, sórdida, en blanco y negro y sin sabor: el arroz con leche de una abuela.

jueves, 7 de agosto de 2014

Encuentro inesperado.

Hoy me estrellé con mi propio reflejo sobre mi propio cuerpo.
También, me encontré con lo innegable
Con lo que no puedo arrancar de mí misma.
Hay cosas que están intrínsecas en mi vida.
O son directamente proporcionales a la vitalidad de mis personas.
Encontré un motor,
detenido en el tiempo.
(tiene la forma de un corazón).
El big bang del encuentro
de mi yo con mi otro yo,
el estallido de mi alma consigo misma
me detuvo por completo
y pulverizó la realidad.
Pues la realidad se escondía detrás de la verdad
que yo no sabía pronunciar.
Respiro lucha, transpiro amor, me transporto con la verdad
me conduce el sufrimiento de mis hermanos,
no me detienen los de arriba,
tengo miedo a veces
de perder,
de perder la convicción,
de perder el motor (con forma de corazón)
en el vacío profundo y oscuro del individualismo.
Perderme en mí misma, en mis propias discusiones
internas que nada tienen que ver
con el mundo que me rodea
y que pretendo cambiar.

Hoy me estrellé con mi propio reflejo sobre mi propio cuerpo.
Me habló, me abrazó.
Me recordó que el camino es duro
pero que en el horizonte
en el final
el sufrimiento del pueblo culmina
y se resuelve
en marcha ininterrumpida.
No me quiero alejar de lo que soy.

martes, 28 de enero de 2014

Se desintegra el puente al llegar a la felicidad

Estoy masticando éstas letras,
tienen gusto a cobre oxidado.
Es imposible digerirlas con tu boca cerca, amándome descaradamente.
Es un instante, en el que no puedo besarte más,
se me dilata la lengua;
no puedo parar de vomitar.
Caen una a una las rimas,
como un bloque de metal se asotan contra el silencio
con un ruido tan ensordecedor como abrillantado.
Antes de que partieras,
y que naufragaras en mi cintura todas las noches,
de mi columna florecían cuadernos en blanco,
de mis dedos germinaban plumas, y en mis ojos
lagrimeba la tinta con la que te insistí tanto para que vengas.
Ahora que estás aquí,
el amanecer me visita todas las noches,
no tengo que esperar a que sea primavera
para sentir el aroma del jazmín en las brisas.
Ahora que estás aquí,
no es necesario invocar al amor,
vistiéndome de poesía.
Estoy rodeada todo el tiempo de los versos de los que antes luchaba por liberarme. Ahora me acarician,
porque tienen el color de tus manos. Por que saben a madre selva, fértil de la virginidad de la felicidad que se atropella para estrellarse contra mi cuerpo.
¿Quién diría que los puentes una vez de haber concretado el encuentro que les da la vida, se destruirían, y se desmoronarían en una montonera de palomas mensajeras que no saben qué decir, porque no hay palabra que sea capaz de adecuarse a todo lo que necesita ser dicho?
Se hizo camino de arena la sintaxis con la que describía el acto sexual en el que tomabas mi corazón con las manos y lo acobijabas con tus alas.
Tus ojos recitan ahora mis poemas desesperados de búsqueda.
Tu espalda se refugia en la ficción de lo que todavía no puede ser dicho, pero tampoco negado.
No es que tenga miedo de haberme vuelto incapaz de crear versos en función de ésta humanidad, en vilo de ésta felicidad, en búsqueda de la revolución. Es imposible temerle a no saber gestar creación. Porque ahora cuento con la conexión de tu mirada, que no sé cómo, aprendió a recitarle a mi agitada alma los únicos versos que saben calmarla, cuando no puedo hacer que confíe en mí.
Supiste reproducir el germen de libertad acumulada en mi humanidad, con tu danza torpe que te traslada tan seguro en el combate al que nos abrimos, fieles a la siembra en los terrenos erógenos del otro.
Tus piernas ahora echan viento, porque bailan junto a las mías que les cantan.
¿Quién diría que serías el amanecer que me sorprendería por no extinguirse nunca?

lunes, 25 de noviembre de 2013

La realidad de la utopía

Un lado de la orilla
un río que contamina la visual
del viajero sin destino,
que se detuvo de repente
para concentrarse en cómo volver a tropezar.
Una nube del destino,
lo condujo al camino,
sin final,
utópico, como decía Galeano,
para caminar, para caminar.
¿Será el sol el impulso? ¿Será la brisa el respiro?
La lluvia de repente, le moja la coronilla de su cabeza que no para de pensar.
¿Cuánto más habrá que caminar? Se pregunta, tímido. Luego de haber asumido, que el horizonte tarda en llegar.
Las réplicas del pasado, lo ayudan a no claudicar.
Pues, hay quienes se callaron, para que el tenga la posibilidad de salir a luchar, aún, en libertad.
El camino es verde,
el futuro impensable.
Titubear sólo una vez basta, para darle chance al enemigo
de comernos vivos.
De hasta hacernos creer que nos dimos por vencidos.
Entonces el sol vuelve a salir.
Y aparece la mano compañera,
que nos vuelve a teñir de rojo,
la mente.
Que nos vuelve a abrir el ventiluz,
permitiéndo entrar lo combativo de uno mismo.
Lo insurreccional del caminar decidido.
¿Será que moriremos sin ver a éste sistema hacerse añicos?
No nos importa, los de atrás vienen conmigo.
Y el objetivo, está en multiplicarse,
para hacer más veloz
la llegada del horizonte,
la encarnación de la utopía en verdad.
La aparición de la quimera,
y la destrucción de la tormenta, ineficaz.

Contame, de cómo me amas.

Galopan mis piernas en tu espalda.
Qué sólida tu soledad!
Qué penetrante tu ímpetu de libre indiscriminado!
Contame, qué se siente morir de placer
y no saber concretarlo.
Los versos son calamitosos de lujuria,
de aquel ardor sudoroso que se desprenden
de tus manos,
y mi cintura.
No te gusta estar leyéndome,
no te gusta estar imaginándote tu cuerpo
sobre el suyo,
desnudo de moldes premeditados.
No sabe tu ego autodestruirse
si no sabe evitar el sometimiento
de tu pecho, desesperado por el calor de algún cuerpo.
Contame, cómo hacés para difuminarte en lo ancho de la cama,
sin si quiera sentirme.
Sin si quiera, atreverte a romper las rejas,
las cárceles,
los guettos y padecimientos,
que te ennegrecen.
Lo excitante que es,
ver a través de tus ojos,
la jauría de movimientos
que sabrías dar
si te permitieras abrir las alas,
y volar.
Y no sugiero ser la más valiente,
ni mucho menos la más entreguista de placer,
pero quizá en el tiempo y espacio en el que nos encontramos,
la posibilidad de evitar que yo escribiera ésto
en vez de estar amándote despiadadamente,
existe.
Y dejaría de existir,
si la histeria que te caracteriza,
sublimara de repente,
en el afán de los líquidos que liberás.
Incandecente.

Y los de abajo aquí estamos.


La realidad sabe ser hielo,
del hambre espelusnante del pueblo.
De la ceguera incezante de los gobernantes.
Despacio la crisis, silenciosa, se instala.
Y los de abajo, a dónde estamos?
Los puños firmes en alza, se conducen
hacia un único horizonte de liberación.
Hablo de los pies descalzos,
hablo de las manos de los trabajadores,
hablo de las cabezas de los estudiantes,
hablo de los niños y sus juegos en la calle.
Y no me tiembla el puño al decir, 
que en éste país existe la entrega, de nuestros recursos naturales,
existe la droga, el paco, la muerte y la complicidad, el asesinato de nuestros pibes,
en vivo y en directo.
Me gustaría que la ley de medios garantizace que todos sepan ésto,
que todos se enterasen que se acampa en córdoba para que Monsanto se vaya de acá.
Me gustaría que el gobierno luchase para destruir también a los imperialismos que nos aferran, a una dependencia agobiante.
Y los de abajo estamos, construllendo desde abajo.
Armándonos de nuestros propios medios.
De comunicación, de lucha, de insurrección.
Me gustaría que el pueblo recordase, que el Che Guevara fué Argentino,
que en el 2001 de la rúa se fué gracias al pueblo,
que los archivos de la dictadura siguen sin abrirse.
Y los de abajo aquí estamos, encargándonos de que el pueblo no se canse de recordarse,
que está en sus manos, conducirse a la liberación, de la hegemonía de la estupidez y de la muerte, que se concentra en la mano de un par de poderosos que nos garantizan ésta realidad.
Sí, yo quiero estudiar.
Sí, yo quiero conectar igualdad. Conenctar la igualdad de que todos tengamos la posibilidad del conocimiento, la posibilidad de educarnos en pos de la industria nacional, y no del monocultivo.
Y no del fraking. Y no de los monopolios, que nada tienen que ver con mi Nación.
El futuro va a saber ser fuego,
cuando juntemos las armas de las mentes críticas y decididas,
a hacer y concretar,
la revolución argentina,
que nos llevará a vivir en la paz de la justicia.

Hablo de las palabras

Es entonces que hablamos de las palabras;
de las palabras sin ecos, sin acertijos, sin laberintos que las entrecrucen.
Hablamos de las palabras que no tienen miedo de ser sólidas;
que saben de ser contundentes ante el temor
que emanan todo el tiempo valentía de saber ser escritas sobre el papel.
Hablamos de palabras, con palabras de miel.
De chorreante alevosía con la que nos sabemos besar también.
¿Quién dijo que los que batallamos la vida misma en búsqueda de la revolución no necesitamos amar también?
Hablo de las mentiras que le hicieron creer al revolucionario aquel, que se encerró en sus ideales, porque le tenía miedo a las palabras que florecen amor. Por que le tenía miedo, y es probable que le siga temiendo aún, a las palabras que sabía florecerle desde su interior. Desde el mismo lugar en dónde le florecía la convicción.
Y, por divina suerte de las lenguas que saben de sonoridad y de textura, es que seguimos hablando del habla misma que sin palabras no existiría. Que sin bocas decididas, no se consolidaría. Ni se solidificarían en poesía antes de gritarle al primer ciego que las provocase.
Te hablo de las palabras, con las que te hablo ahora que sé, que la revolución va de la mano de ellas.
Hablamos. Escribimos. Gritamos. Añoramos. Yo sólo sé de ser poeta, vos buscás hacer que todos sepan de lo que ocurre.
Periodista. Sí.
Revolucionario, también.
Inquieto. Como las palabras que le dan vida al salto constante que es tu caminar.
¿Quién dijo que las palabras no saben enamorar?
Saben hacer el amor, saben destilar sudor de las mentes. Saben organizar un pueblo para la insurreción. Saben mentir también, en manos del opresor. Saben ser la herramienta de la vida, y de la destrucción. Saben constuir el arte, y destruir la verdad. Van de la mano de quién toma el arma de la palabra para generar realidad.
Y yo, te hablo porque me oís. Te hablo porque tu vida activa el motor de mi poesía.
Me hablas de las palabras que siempre quise oír,
de las palabras que solo podría pronunciar tu vocablo musical.
Una a una las letras, son tejidas por tus cuerdas vocales.
Y el sentimiento que se entreteje entre la sonoridad de tu mirar, es imperceptible ante los oídos del receptor.
Del receptor que soy yo,
porque aún te concentrás en hablar de cómo hablan tus palabras, cuando se preparan a gritarme, para enseñarme a ver, que el presente es lo que importa.
El presente, cargado de sentimiento.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor que genera.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor que genera la revolución.
Aquí yace, el presente.
Aquí, en las palabras que cierran ésta oración.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Sos el pasado que hago que estanque éste presente.

Lo que verdaderamente importa
es lo que está sucediendo en éste momento
en éstas líneas.
En el aquí y ahora.
En tus ojos y tus manos sobre éste papel.
El momento de auge de hermosura, del amor que profundo nos unió
quedó aferrado en ése tiempo, lugar y espacio.
En el que te ame, porque me amabas, despacio.
Pudo haber sido un impulso ése presente, para éste hoy.
Pero si nos quedamos aferrados a lo hermoso de lo que sucedió
terminamos cegados ante lo que no está sucediendo.
Cuesta dejar ir en éste presente tu piel de sol incandecente.
Cuesta porque me deja absorta ante éste presente en el que veo siempre ausente.
Pero si el corazón sigue anclado en la hermosura del ayer, la hermosura del hoy nunca ha de poder llegar.
No hablo de que los besos hayan sido efímeros, me refiero a que, para amarte también necesito tus labios hoy.
Y si no están.
No creo que haya amor.
No creo que el sol siga naciendo entre vos y yo.
No creo que ése momento haya sido la causa de una consecuencia hermosa que aún no ha llegado. Justamente, por seguirla esperando.
Al menos, mientras siga aferrada a la hermosura de lo que te dí/me diste
no voy a poder dar ni recibir, en éste presente.
En dónde ante la desesperación de seguir sintiéndote,
le obstruyo la puerta de entrada al amor. Verdadero. Y sigo detenida, en la incertidumbre. En la posibilidad de que ése amor, llegue, sin que sea de vos. Sin que sea de mí.
Dejame vivir.

martes, 24 de septiembre de 2013

Para el que lee, que es el que tiene que leer.

El pensamiento apayasado de la realidad
Tengo un compromiso. Que me obliga a deletrear la libertad enjaulada en nuestro pensamiento.
Hay una realidad detrás de el, la misma que lo puede llevar a cabo.
Los demás me instalan el derecho a rugirle al cerebro cada vez que intente intrépido escabullirse a la liberación.
No debe de ser la única barrera para soltar la jauría salvaje de ideologías que contienen nuestro pecho,
pero es la cerradura sin llave que nos mantiene entretenidos, buscando salidas, distrayéndonos de las ventanas que nos muestran el camino a gritos.
Estoy en frente de lo que debo hacer, mientras le escapo a hurtadillas, consciente de que tengo un compromiso.
Nadie depositó en mí ni las palabras, ni las letras, ni las manos, ni el cuerpo necesario para soltarte la poesía en la cara.
Nadie me sentó en frente del papel, ni acomodó la tinta en la máquina, ni me corrió la cortina para que entre el sol e ilumine las palabras.
Entonces, he ahí el tema en cuestión. El compromiso nació antes de que nazca el cuerpo, antes de que nazca la mirada, antes de que nazca el alma, y se instaló en la vida que ahora me atraviesa. Y ahí está el camino, que nunca duerme.
Soy la semilla que se cae del árbol que no sabe florecer porque se le niega la luz, porque se le niega la raíz, porque se le niega el agua.
Sos la tierra fértil que le canta al árbol convenciéndolo de que la semilla sabrá renacer lo que él no pudo hacer florecer.
Tengo un compromiso.  Las palabras son de quien las recibe. El mensaje es de todos. La poesía es de quién la recita, de quien la cobija en sus manos, y la abraza para hacerla carne de sus lamentos. Tenes un compromiso, yo no le hago llegar ésto a nadie, porque los alguienes a quién deba llegar, lo van a recibir de algún modo. Y ése modo se va a construir con los hechos de mis palabras.
Del mismo modo que el mensaje llegó a mí.
Del mismo modo que la poesía se me metió en la piel
Del mismo modo en que la palabra me colonizó el habla muda
Del mismo modo en que me encontré floreciendo en los puntos suspensivos que me dejaron los demás para comenzar la nueva historia, la de todos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Plan de bombardeo de la parálisis sentimental


Quiero palabras que chorren la miel de tu piel; palabras que en la sinuosidad de su sonido se oiga tu voz.
Quiero palabras que expresen el silencio con el que me hablas incrédulo.
Quiero aquellas palabras que desconozco, pero que mi vocablo anhela por tener para poder hablarte de una vez por todas.
Necesito que la poesía destile el verde de tu mirada,
y que se esfume en ella la erupción volcánica de mi pecho, cuando me clavas los ojos, inadvertidos.
Éstas letras deberían tener tu nombre tallado por todos lados, si es que no te podes dar por aludido de que la poesía es un calco de tu piel ensombrecida.
No caben dudas que las líneas extrechas que salen de mi boca
intentan dirigirse torpemente hacia la desesperación
sólida de paralización de mi cuerpo, ante tu existencia.
Las líneas que describo, intentan bombardear mi torpeza. Aniquilar los miedos destructivos de impulsos que me petrifican, anonadada del sentimiento rojo del corazón.
Estoy convencida que si lo leyeras, lo entenderías.
Estoy convencida de que si nos vieras como un poema que necesita ser narrado, me buscarías.
Estoy convencida, que sólo entendiendo al amor cómo la poesía que emanan nuestras miradas, serías capaz de sentir todo lo que te estoy queriendo decir.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Explicación del silencio

No se me ocurre nada mejor para hablar de vos, que no nombrarte. Dejar de mencionarte. Quedarme muda de tu presencia. Encendida por tu silencio. Actuar en base a los gritos de tus ojos, que siempre me hablan cuando no te animas a oírme. No tengo nada mejor para darte que mi tiempo, y la dulce espera de la construcción de la poesía que nos haga libres. Que nos nutra de la libertad de amarnos, conscientes de lo que somos sintiéndonos. No me queda nada mejor que lo simple del presente pequeño, y los  pedazos de vos que me das cuando estas cerca. Hablando, gritando, callando, buscando y esquivando. Entregándote y negándote, escondiendo y dejando ser, el sentimiento abrasivo que nos une, en silencio.

martes, 27 de agosto de 2013

Crónicas de vos VI: Se descascaran tus máscaras.


Abriste conjuros extremos,
los invocabas seguros desde la compuerta
abriendote paso entre tus presas
cambiabas todo el tiempo de careta.

Algunas de las máscaras con las que salías a escena, me eran invisibles.
Otras parecían de fuego, de lava ardiente.
La que más me gustaba era la careta del espejo
en dónde te veía reflejado todo el tiempo
prendiéndote fuego comestible,
porque no soportabas estar vivo y mucho menos usar el ardor como combustible.

Desprendiste de tu alma la oscuridad que no sabías iluminar
la arrojabas en los cuerpos luminosos que te deseaban
el paisaje era una lucha constante entre luces que se apagaban y se encendían;
los cuerpos ardientes se fulminaban en el bosquejo negro de tu corazón.

Tu poesía eran tan indiscutible,
que en el reflejo del hoy las palabras se me ríen
porque se acuerdan de tu mesura, retórica e indiscutible.
¿Cómo olvidar la cobardía con la que te desenvolvías?
Temblé de la cobardía filosa de los destellos que te salían por la boca.
Sospechaba que tu carne y tu piel
eran de metal y de miel.
Las proesas de las que te hacías rey
destilaban olor a muchedumbre perdida, ensombrecida.
Desorbitaste los asteroides que gemían en órbita
por mi cuerpo;
colisionaste con los muros de la negación
que me desnudaban el alma;
reproduciste tu negación en el amor que te salía por los poros,
Pero vos insistías en que se trataba del cosmos
que nos cruzaba para desencontrárnos en un mismo paso.

¿Cómo desterrarte de la piel de la que te hiciste carne?
En algún mometo supiste
que estabas manipulando mi deseo
desesperado de tenerte
y devpoder besar lo óseo de tu perfil.

En el nudo de la historia te abrí la puerta de una patada, me estrellé contra tu pecho que me esperaba.
Me oías, pero dabas vuelta la cara.
Cambiabas las caretas con las que me mirabas.
La máscara de color se te desintengró en la cara.
Despacio las gotas de oleo se derretían por tu piel,
no sabías,
no entedías qué era lo que acontecía para que la profecía se cumpla así de cruda
de realidad y de alebosía,
de arte y de abrasante osadía.
Extendiste una mano en el aire, atinando a buscar una respuesta
o un interrogante, que te sirviera
para arrojar al abismo aquello que no podías decir, porque ya no sabías hacerlo fluir.

Abriste conjuros extremos,
los invocabas seguros desde la compuerta
abriendote paso entre tus presas
Cambiabas todo el tiempo de careta.

Quisiste combinar tu pervercidad del deseo
con lo profundo de mi corazón enamorado del amor.
Desintegraste el camino que te proponías trazar hacía mí,
inconcientemente destruiste el puente de luz que nos unía.
Pero totalmente conciente, me escupiste tu estupidez de hombre
que cree que ser hombre es ir pateando presas femeninas a su paso, en la cara.
¿Cómo acariciar tu piel pegajosa y embustera?
¿Hay algún cómo que no me permita alejarme de aquí?
¿Querías? ¿Sentías? ¿Existía el corazón? ¿O eras tan buen actor que hasta los besos eran ficción?
Tu cuerpo se desfigura en lo lejano de la pregunta que nunca respondiste
y en la nebulosa en que me dejas flotando antes de esconderte en otras piernas,
Tomo vuelo, mientras el polvo se convierte en nube.
Unos ojos verdes me viene a buscar,
y me dejan flotando en ésta nube,
con los pies descalsos para poder soportar
el impulso de dejarte ir y someterme a la verdadera felicidad.

jueves, 8 de agosto de 2013

Crónicas de vos V - "Tratando de entendernos"

(Calambres en las piernas de dulce espera que convalece de irrelevancia.)
-¡A mí también me pasan un montón de cosas!
-¿Por dónde te pasan ése montón de cosas?
-No sé, yo te estoy hablando con la cabeza.
-Y yo con el corazón
-Yo no puedo hablarte así, te deseo cada vez que te veo, pero no puedo.
-¿Entonces por qué lo haces callar?
-No lo hago callar, simplemente no lo oigo.
-Mirá que me puedo dar media vuelta y marcharme. ¿De verdad querés que me tome enserio lo que me estas diciendo?
-No, yo no quiero que me entiendas.
-¡Yo te entiendo! Por eso me voy.
-¡No te vayas!
-Si me construis muros, yo no sé por dónde pasar.
-Perdón, pero quisiera que los destruyas con tus piernas.
-Perdón, pero yo sólo sé abrir puertas a patadas. Y derribar muros me costó la libertad.
-Yo te quiero a mi lado, por éso no me puedo entregar a vos
-¿Entonces me querés lejos? Por que estoy a punto de partir.
-¡No me tomes en serio!
-Pero si no me tenías que besar...  ¿por qué tantas excusas? ¿Tanto te tenes que reafirmar que no te animás?
-Es el destino, me duele la realidad de tenerte acá.
-A mi me duele que no te dejes escucharte.
-Ya te dije que no puedo.
-Ya te dije que me voy. Nos vemos. Cuando la posibilidad te llegue, buscame a dónde esté.
-No quería que me entiendas...
-Y yo no quería saber que me estabas mintiendo. Hay que hacerse cargo de la realidad y más aún de la que duele.
-Nunca nadie me hizo brillar de tanta realidad abrasiva de amor irreversible, indetenible.
-Nunca nadie... (Ojos colgados, en una mirada sólida, irrompible, que rompe viajes y miedos, destinos que no dejan ser, caminos cruzados; y entreteje el abrazo culmine de la claridad de abrir el corazón para dejar libre lo que florece en el interior de los dos.)