miércoles, 5 de diciembre de 2018

No confíes en el mañana

"Carpe diem es a la poesía
lo que es pi a las matemáticas"
me dijiste.
Con claro poco conocimiento de matemáticas
y con más libros de política que de poesía leídos
con una copa de vino de micrófono
largabas epifanías por tu boca.
Puedo afirmar cosas más cercanas a lo que es la poesía para mí
y es tan sencillo como ser yo misma, cuando hasta a mí misma me cuesta serlo.
Hay muchas dudas a la hora de decidir cuál palabra será la que prosiga a ésta última que acabo de escribir.
Hay mucha incerteza en cuánto va a durar tu caricia en mi pelo
Entonces en la certeza aparece la poesía
Que si tengo que definir su estado de agregación sería claramente un líquido
por su capacidad de limpieza
por su capacidad de envolver con sigo misma todo lo que se le cruce por el camino a la hora de fluir
Líquida como este sentimiento que sólo me hace feliz cuando fluye.
No puedo confiar en el mañana si me mantiene ocupada la mente la duda de lo que será
Decido abrumarme por el instante efímero pero eterno que me fluye entre las manos cuando escribo
Afirmo no muy convencida la seguridad de dejar ser dicha la palabra que ahora me sale escribir
Pienso que si ya arranqué a escribir esto no hay razón por la cual detenerme
Salvo que esa razón esté atascada en el futuro y en la posibilidad de lo que puede ser pero que hoy no es.
Dejar ser lo que hoy es sin maniatarlo al segundo que está por suceder
Con mucho más conocimiento matemático
intento dejar de contar los segundos que faltan para poder volver a oir
las verdades sin sentido
que atrapan esta marea de palabras
que sólo es capaz de ser porque el tiempo no se detiene
ni si quiera en el instante en que el magnetismo
entre el agua, vos y yo nos vuelve a hacer fluir
en el océano de fuego que nos atraviesa
cuando dejamos de confiar en el mañana
porque el presente es el otro.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Flor de Cactus

Los cactus son plantas secas
que poca atención requieren para sobrevivir
apenas necesitan agua
pero requieren una ubicación estratégica
para adquirir la luz solar necesaria
para crecer.
Por su simpleza, belleza y sencillez
sin ponerme muchas reglas
fue la primer planta que aprendí, que logré mantener viva.
Gran mérito personal.
Me había propuesto embellecer una parte de mi hogar
la única alternativa era darle vida a lo que no tenía vida
Lo verde fue la salida
No me basto con mantenerlas vivas
Quise más
Redoblé la apuesta y fui por las flores
fui por los helechos las alegrías del hogar
Fui por todo aquello que llenase de vida y color mi andar cotidiano
Fui por los aromas que nos envuelvan cuando nos perdamos
Fui por lo que alumbre cuando todo fuera oscuro.
En esa maraña de madre selva descubrí que no todos florecemos al mismo tiempo.
Que la madurez interna tiene sus ciclos y que respeta un orden divino
en el cual cada flor se nutre del proceso necesario para poder ser hermosa
Sencillamente hermosa y única.
Fui encontrando esas flores que superficialmente le daban color a la vista
Mientras los cactus, mis primeros logros
Seguían allí, vivos pero simples
Firmes pero básicos
Hermosos pero con espinas
Qué ansiedad tenía por ver florecer todo lo que me rodeaba
Tanta adrenalina me agarró que no pude dejar de regar las plantas
Con regadera, con manguera, con baldes
Con la lluvia, con mis lágrimas
No pude parar de regar las plantas.
Una a una las flores se apagaron
Una a una ahogadas de mi ansiedad fueron desintegrándose en la tierra
desapareciendo en sus raíces
Volviendo al comienzo, al inicio. Pero sin la posibilidad de poder revivir
No pude aprender a controlar la ansiedad
Nunca pude olvidar lo primero que había aprendido: cuidar un cactus.
Milagrosa y causalmente, los cactus se salvaron de mi riego.
Estuvieron allí, firmes absorbiendo la luz necesaria para existir.
No los vi, me olvide de ellos.
Eran hermosos, como siempre.
Eran fieles e inmunes a esa ansiedad por hacer florecer todo que me consumía.
De a poco en silencio, mientras yo me retiraba perdedora
Mientras ya no me acercaba al patio a sentirme bien
Mientras ya no podía ni si quiera respirar para sentir los aromas
Mientras ya casi no podía ni apreciar la belleza de la cotidianeidad de esos días
Los brotes uno a uno empezaron a crecer.
Las flores se hicieron presentes.
Para cuando las viste, ya estaban secas.
Ya habían florecido, ya habían alumbrado la existencia con su belleza.
Ya habían cumplido su cometido: florecer.
Por suerte para los dos había más de un brote por desarrollarse, por convertirse en flor.
Algunas ya se habían desarrollado
Otras aún estaban por nacer
Y las apreciemos o no lo van a hacer.
Esté donde esté nuestra mirada esté donde esté nuestro corazón
La flor florecerá
La flor será
Fruto indiscutible del aprendizaje de abonarla
Fruto innegable del amor por verla ser
Fruto implorable de la necesidad de que la veas.

Puntos Suspensivos

Con una mayúscula, antecedida por una sangría arranca un párrafo.
Los puntos indican el fin de una oración. El fin de una seguidilla de palabras que pretenden decir algo.
Cuando lo que hay que decir todavía no se ha solidificado ni en nuestro corazón lo que se expresa son murmullos, gemidos, susurros, del alma.
Esta historia está por arrancar por los puntos suspensivos en que tengo este sentimiento.
Como una de mis novelas favoritas, hemos dado vuelta la página. Con la certeza de escribir un nuevo capítulo.
El hilo conductor que nos trajo hasta aquí pende de un hilo.
El desenlace se bate a duelo con el nudo de esta historia.
Desde una perspectiva celestial, cual dios. Observamos alejados la batalla que estamos brindando nosotros mismos por el camino que tome la continuidad de esta historia.
Desde una perspectiva en la cual nos sentimos ajenos a la distancia en la que la vida nos ubicó para atravesar este trance.
Casi que como pochoclos mientras observo el reloj de arena, que demora años en dejar caer un grano.
Ya no se como darle cuerda al tiempo detenido en el instante en que me encuentras.
Resulta que el conflicto espacial en el que nos encontramos ha desintegrado el tiempo
Más bien lo ha reubicado y ahora el tipo corre en círculos
No tiene ni principio ni final esta historia
Es un círculo
En el cual una y otra vez nos chocamos con nosotros mismos
Con nosotros mismos cuando somos con el otro
Con nosotros mismos cuando estamos dentro del otro
Con nosotros mismos cuando estamos sin el otro
Ahora que no sabemos qué decir
Ahora que no sabemos qué sentir
Ahora que no podemos enfrascar esta porción de realidad
El amor se hace finito
La pasión incomparable
Los besos indiscutibles
La realidad cuestionable
Y yo renacida.
No hay manera de terminar de concluir el desenlace que nos muestre la salida de este laberinto. Más  que arrancando este nuevo capítulo de la historia en los puntos suspensivos en los que me dejaste el alma.
No hay manera de atrapar el trozo de realidad que me sucumbe
No hay manera de cerrar el círculo si todos los problemas y soluciones residen en tu boca.