lunes, 17 de junio de 2013

Crónicas de vos IV: "El arte de reproducirte"

La página en blanco, lisa, permeable, incitante
me causa una intriga.
El lápiz está en mi mano,
ya no me sirven más las plumas que se quedan sin tinta,
tengo lápices de colores, crayones de cera,
temperas, pinceles.
Y una página en blanco.
Titubeo un poco antes de lanzarme a crear.
Miro la hoja detenidamente,
la uso de espejo.
Me observo profundamente en ella.
Me encuentro con un par de ojos grandes
de búsqueda sólida y pupilas tintineantes.
No son mis ojos,
no es mi mirada,
es la tuya, son tus ojos.
Los miro, sin olvidar que son el reflejo
de lo que soy
en esa hoja en blanco,
esperándome impaciente a que me recree
sobre ella.
Me empiezan a temblar las manos,
me recorre un escalofrío por la espalda
y suena la puerta.
Alguien pregunta por mí,
no quiero perder el contacto visual con la creatividad
que estoy a punto de liberar en tu boca.
Siguen golpeando la puerta.
Intento persuadir el sonido.
Me doy cuenta que estoy en cunclillas ante la hoja
con los ojos firmemente cerrados
mirándote concentrada
dentro de mi mente.
Ahora que observo la realidad,
acaricio la hoja,
me acerco a ella,
la oigo,
la huelo.
Tiene olor a vos,
ahora que la miro mejor,
tiene el color de tu sonrisa manchado por todos lados,
me sorprendo increíblemente de ésto.
Sigo investigando, cauta
y descubro que lleva tatuado tu nombre con poesía,
deslumbrando todo el tiempo la luz que nace de tu ser
y que impacta con mi pecho,
Aparecen en el papel rugoso, tus abrazos, tus miedos,
tus sueños, tu amor,
tus ojos cristalinos;
estoy sentada al lado tuyo en una esquina,
en una calle, en una noche, en una sinceridad profunda de corazones abiertos.
La hoja me habla, y se convierte en un espejo de mi corazón.
Está blanca del camino que nos propone la vida
las manos me tiemblan ansiosas por dibujar
la dirección de nuestras vidas.
Vuelvo a abrir los ojos,
estoy acostada en el piso, tensa.
Aferrada a la hoja en el pecho,
muerdo el lápiz con la boca.
Quiero verte
quiero tenerte cerca
quiero sentirte,
sentirte de verdad, sentir tu fuego, para que me incendie y me convierta en ceniza.
Quiero oírte,
oírte profundamente, escuchar el silencio más profundo que quieras guardar, para poder gritar cuánto es que te siento, siempre.
Siguen golpeando la puerta,
fuertemente y con ritmo.
Tiemblo, en el piso, tiemblo.
Cierro los ojos,
observo mi interior
y al corazón que late con furia
intentado salirse por mi boca.
Tengo miedo y euforia de creatividad absoluta,
reabro los ojos,
y estas al lado mío,
despertándome, conteniéndome, abrazándome,
despegándome de la hoja, del papel,
del suicidio de la ansiedad de visualizar el puente de luz que nos une,
me sacas de la poesía extensa de honestidad brutal del alma
que acabo de desplegar en éstas palabras
y me traes a la realidad de tenerte en frente,
de carne y hueso,
de teatro y de color,
atrapándome.
Guardándote en el bolsillo el papel minado de colores
y de palabras,
guardándome en el morral más hojas en blanco
y temperas nuevas,
para poder volver
estallar de arte cuando no sepa qué decirte
ni hacia dónde mirar
cuando me vengas a buscar.

lunes, 10 de junio de 2013

Dudas

¿Cuánto peligro acecha tu mirada?
Las emociones son puentes
que nos amarran a la tierra húmeda
que caminamos de prisa,
sin saber sentirla,
sin detenernos a descubrirla, saborearla.

Es que verdaderamente no sé
escupo todo el tiempo
sólidas realidades
que me niego a aceptar
a asumir.
Y en la actitud más hipócrita
me niego al peligro
de reparar en vos.

¿Cuánta libertad hace falta
para encarcelarme en tu espalda?
Me reubicas en el tiempo y espacio
en el que nunca veo que estoy;
parada enfrente tuyo,
sin camuflaje.
Transparente ante tu búsqueda,
ante tu vida,
tu expresión corporal que me domina.
En frente tuyo.

No te interesa tampoco oírme
y a mi menos romperme la cabeza
pensándote.
Resolviéndote
cual problema de química infertil.
¡Si haces florecer lo que tocas!
¡Si to voz destruye oscuridad!

¿Cuánta verdad hay en la llegada
de tu vida a la mía?
Me construyo la mentira;
titubeo inverosímil con tus labios a milímetros de los míos.
Esperando respuesta, quietos. Sin moverse. Magnetizándome totalmentes concientes de los movimientos que me obligan a dar.
Que me obligo a asumir y a sentir.

¿De verdad crees que vos no sos transparente?
Se trasluce todo el tiempo la torpeza con la que amas
el amor con el que te desenvolvés
y la simpleza con la que me buscas.

Dos almas pueden haber nacido de la misma luz
pero cuando se animan a brillar
a la par,
el mundo cae vencido
ante ésa innegable, tenue y hermosa realidad.

domingo, 9 de junio de 2013

Paréntesis

A veces porque sí
otras porque la libertad me domina
No me basta con conocer mil cuerpos
ni con festejarte en mis poemas
o escribirte desnudo el pecho.
Ahora ven
que la mente puede ir mucho más allá
y la imaginación puede construir todo lo que no tenemos.
Pero quiero tenerte
más de lo que ya te tengo.
No me sirve tu boca al lado de la mía
hablando a la par 
cantando la misma canción
de melodía abstracta del corazón.
No me basta que me mires 
acribillándome la realidad
y desestructurando todos mis deseos.
Así fue que me resistí
una y mil veces
a reparar en vos.
No me alcanzó con contemplarte desnudo
entregado a tu arte más profundo
y a lo más hermoso de lo que sabes ser.
Reprochándome
enojándome
con el miedo paralizante que me obstruía la mirada
que me detenía a milímetros de tu boca
que me alejaba de tu espalda
que me cerraba los ojos cuando me mirabas. 
No me servís, no me alcanzas, no me bastas, 
con tu hermosura innegable
e hipnotizante
si no asumís que
es recíproco el rechazo inicial
que manifestamos
al mirarnos a los ojos por primera vez
y congelarnos por completo
en el océano de fuego
que nos nació en ése momento.

Crónicas de vos III

Retumban los adentros transparentes de mi pecho
un poco de tu boca que está muy próxima
y otro poco de tu voz de gloria,
me mantiene paralizada
con los ojos en órbita
atrapada
en todas las ideas calamitosas
de encuentro y de amor
que me florecen de la boca
y otro poco del corazón.
Se escapan constantemente
de tu nariz
hilos de humo transparente
espira-lados en tu cuello
te ilustran erguido ante el mundo
de niños y de juegos
que conducimos convencidos.
Un poco se desarma mi postura
otro poco te delata la infortuna
de estar juntos en la proesa de dejar ser lo que nadie quiere que sea
y de creernos lejanos
obsoletos
separados;
cuando el camino de por sí
nos está hablando
y nos ha gritado desde un principio
cuando en tu voz resoplaban
todas las palabras
que mi cuerpo necesitaba
oir;
para reconstruir el erotismo herido
que me han dejado los amantes negligentes
de mi corazón perdido.

lunes, 3 de junio de 2013

Crónicas de vos II















Sueño a veces que respiro
recostada en tu pecho.
En el sueño, te poseo por completo.
Canalizo todo el dese convergente,
en tu boca;
que ahora está desintegrada en la mía.
En tus brazos, que me enredan insistentes el alma.
En éste aspecto inconsciente de mi vida
soy libre de tenerte
y de dar rienda suelta a todo lo que me surge
al verte, al sentirte tan próximo;
tan innegable;
zurcándome con tu mirada fija
e indetenible;
cuando te proponés encontrarme y
cuando más esquivo tu mirada.
En lo real, jugás todo el tiempo con mis límites.
No sé si es que ya los conoces
o si estás esperando expectante
el momento en que no resista más
y me aferre a tu espalda
y me estrelle con tu boca
y me ahogue en tu cuello
y me quede muda;
besándote.
Todo éso en un mismo movimiento,
de un mismo instante
sólido de impulso
luminoso de libertad
abrumante de alegría.
Yo no conozco mis límites.
Apenas puedo aceptar
lo que me nace al verte desplegarte en éste mundo.
No es que tenga miedo,
pero tengo la sensación
de que nunca viví
algo tan colorido y verosímil,
siempre todo fue efímero y ardiente.
Ahora me enfrento a un nuevo paradigma.
Increíble de verdad.
Que me desafía a ser capaz de liberarme y dejarme ser.
¡Porque todo el tiempo
tus ojos insisten en que sea quién soy!
Sin imaginar, quizás,
que contengo en mis adentros
incendios y océanos de humo
(del infierno gaseoso de no saber saltar de éste abismo y arrojarme a vivirte).
Me esfumo.
No me hago cargo de mi turno.
Pero te busco.
Para decirte en clave morse,
que quiero jugar el juego
de romper los límites del otro
todo el tiempo.

domingo, 2 de junio de 2013

Crónicas de vos I: "Diálogo"


Un bar. Una mesa. Un cenicero. Dos personas. Ella. El. 
-¿Hace cuánto que esperas?
-Yo no espero a nadie.
-No sólo se esperan personas cariño...
-Todos los hechos convergen en un alguien, lo sabes. Así que no me contradigas.
-O usted es el que converge en un alguien?
-Yo estoy muy lejos de ser un hecho.
-Pero está muy cerca de ser alguien, para mí.
(Se acomodó en su asiento, y por fin me miró a los ojos, directamente. Levantando el ceño fruncido, sonrió)
-Podemos ser muy cercanos. Podemos ser casi uno. Pero no será más que éso. Nada más.
(Intenté mantener su mirada firme)
-¿Quién dijo que yo preciso algo más que ser casi uno?
-No se trata de lo que vos o yo o él o aquel precisen. Se trata de lo que surge de adentro, de nuestro más profundo interior.- (Afirmó apretándose el pecho con dureza)
(Me acerqué hacia él, la mirada era una o casi una aún)
-Mi interior florece cuando usted es quién sabe y disfruta ser.
-Yo no sé ser, señorita. Ando por el mundo divirtiendo al resto del mundo, camuflándome en todos los personajes que me invitan a ser. Ser yo, se trata de no saber serlo nunca.
-Y es justo ahí cuando y dónde florezco.
(Me esquivó la mirada insinuante o delatora o deslumbrante, que me animé a mostrarle. Entonces, dejé de buscar su mirada. A pesar de todo, no podría convencerlo nunca; encendí un cigarrillo y me crucé de piernas)
-Lo único que sé es que hay algo en tus ojos negros, algo que no puedo dominar. Me nace desde adentro una necesidad....
(Me miró al mismo tiempo que tomaba mi mano. Lo miré expectante, mientras fumaba el cigarro)
-¿Necesidad?- (Le pregunté inquietante)
-Sí, éso mismo- (Afirmó, y sonrió, desarmando toda la negación de mi cuerpo)
-Con que necesidad...- (Susurré, acercándome hacia nuestras manos temblorosamente aferradas)
-Éso mismo, cariño.- (Ahora estábamos tan próximos que respirábamos la respiración del otro; apagué el cigarro en el cenicero, chamuscando las cenizas; sin dejar de mirarlo fijo)
No le dije nada. Abrí mis ojos por completo. Le escruté el rostro buscando la respuesta que teníamos en la punta de la lengua y que ninguno de los dos se animaba a expresar ni a traer a la realidad.
-Me nace una necesidad de explorarte cuando me miras así.- (Me dijo. Al mismo tiempo que me tomaba del cuello y me besaba. Su lengua no sabía a soledad, pero se enredó con la mía urgando en los rincones de mi boca, de la suya. Sonriendo. Recorriendo las encías que sabían a agonía de haber contenido ése impulso durante tanto tiempo)