domingo, 25 de diciembre de 2011

De lo que vuela en la mente, de lo que no se atreve a llegar a destino de modo debido.

Entonces el cielo se abrió en dos
y dos esferas gigantes empezaron a girar
empezó a salir fuego de ellas y se convirtieron en sol
empecé a verme reflejada en ellas
y se convirtieron en tus ojos, luminosos.


Luminosos de andar y de ser
de redescubrir el interior del otro en uno mismo
para darle de lo que uno es
para poder ser aún más todavía
sin miedo de ello.

Siendo porque se quiere y no porque se debe