lunes, 18 de mayo de 2020

Trayectoria de espiral hacia una nueva normalidad

Durante esta línea temporal con trayectoria de espiral que nos está atravesando,
tuve repetidas veces la idea de sentarme a hacer esto.
No fue hasta que mi abuelo me llamó, como me llama ahora que estamos más lejos,
(pero indefectiblemente más cerca); para pedirme un poema mío, que lo hice.
Tuvo que insistir, no llamó sólo una vez. Fueron tres los llamados, y de hecho la segunda vez no atendí.
Que mi abuelo me llame para pedirme un poema
ya es un poema en sí mismo.
Haberme detenido en un instante de esta curva temporal
a plasmarlo en palabras
no es nada más y nada menos que un pequeño
reflejo del amor que genera su entusiasmo sobre mis palabras.
Hace bastante que pienso y que actúo en función de una idea.
Soy un futuro en camino.
Ese futuro ahora, parece estar atrapado.
La idea de atravesarlo de manera productiva es errónea.
Porque es la normalidad de pensar las cosas de manera productiva, justo la que tenemos que cambiar.
Ahora que los objetivos parecen estar paralizados, en realidad se aceleran.
Y nosotros no atravesamos los días de encierro, son ellos los que nos atraviesan a nosotros.
Y va a ser así hasta que entendamos que el deseo de volver a la normalidad
es la verdadera trampa que no nos permite avanzar.
Estamos atrapados con nuestro propio reflejo eternamente, por lo menos por ahora.
Estamos obligados a enfrentarnos a nosotros mismos, lo que dure esta eternidad.
Para sortear la trampa de avanzar retrocediendo por la vieja normalidad
me ví obligada a  aprender a dejar que el amor me sorprenda, a aprender a andar sin un plan.
A aprender a domar la incertidumbre
de no saber cuando vamos a tocar lo que amamos
cuando vamos a abrazar a los que extrañamos
cuando vamos a tomar lo que es nuestro.
En lo que quede de este paréntesis de la realidad
espero que otro aspecto de la nueva normalidad que estoy construyendo
se trate de  mi abuelo llamándome por teléfono para pedirme un poema
y que éso siga siendo un poema en sí mismo.