lunes, 25 de noviembre de 2013

La realidad de la utopía

Un lado de la orilla
un río que contamina la visual
del viajero sin destino,
que se detuvo de repente
para concentrarse en cómo volver a tropezar.
Una nube del destino,
lo condujo al camino,
sin final,
utópico, como decía Galeano,
para caminar, para caminar.
¿Será el sol el impulso? ¿Será la brisa el respiro?
La lluvia de repente, le moja la coronilla de su cabeza que no para de pensar.
¿Cuánto más habrá que caminar? Se pregunta, tímido. Luego de haber asumido, que el horizonte tarda en llegar.
Las réplicas del pasado, lo ayudan a no claudicar.
Pues, hay quienes se callaron, para que el tenga la posibilidad de salir a luchar, aún, en libertad.
El camino es verde,
el futuro impensable.
Titubear sólo una vez basta, para darle chance al enemigo
de comernos vivos.
De hasta hacernos creer que nos dimos por vencidos.
Entonces el sol vuelve a salir.
Y aparece la mano compañera,
que nos vuelve a teñir de rojo,
la mente.
Que nos vuelve a abrir el ventiluz,
permitiéndo entrar lo combativo de uno mismo.
Lo insurreccional del caminar decidido.
¿Será que moriremos sin ver a éste sistema hacerse añicos?
No nos importa, los de atrás vienen conmigo.
Y el objetivo, está en multiplicarse,
para hacer más veloz
la llegada del horizonte,
la encarnación de la utopía en verdad.
La aparición de la quimera,
y la destrucción de la tormenta, ineficaz.

Contame, de cómo me amas.

Galopan mis piernas en tu espalda.
Qué sólida tu soledad!
Qué penetrante tu ímpetu de libre indiscriminado!
Contame, qué se siente morir de placer
y no saber concretarlo.
Los versos son calamitosos de lujuria,
de aquel ardor sudoroso que se desprenden
de tus manos,
y mi cintura.
No te gusta estar leyéndome,
no te gusta estar imaginándote tu cuerpo
sobre el suyo,
desnudo de moldes premeditados.
No sabe tu ego autodestruirse
si no sabe evitar el sometimiento
de tu pecho, desesperado por el calor de algún cuerpo.
Contame, cómo hacés para difuminarte en lo ancho de la cama,
sin si quiera sentirme.
Sin si quiera, atreverte a romper las rejas,
las cárceles,
los guettos y padecimientos,
que te ennegrecen.
Lo excitante que es,
ver a través de tus ojos,
la jauría de movimientos
que sabrías dar
si te permitieras abrir las alas,
y volar.
Y no sugiero ser la más valiente,
ni mucho menos la más entreguista de placer,
pero quizá en el tiempo y espacio en el que nos encontramos,
la posibilidad de evitar que yo escribiera ésto
en vez de estar amándote despiadadamente,
existe.
Y dejaría de existir,
si la histeria que te caracteriza,
sublimara de repente,
en el afán de los líquidos que liberás.
Incandecente.

Y los de abajo aquí estamos.


La realidad sabe ser hielo,
del hambre espelusnante del pueblo.
De la ceguera incezante de los gobernantes.
Despacio la crisis, silenciosa, se instala.
Y los de abajo, a dónde estamos?
Los puños firmes en alza, se conducen
hacia un único horizonte de liberación.
Hablo de los pies descalzos,
hablo de las manos de los trabajadores,
hablo de las cabezas de los estudiantes,
hablo de los niños y sus juegos en la calle.
Y no me tiembla el puño al decir, 
que en éste país existe la entrega, de nuestros recursos naturales,
existe la droga, el paco, la muerte y la complicidad, el asesinato de nuestros pibes,
en vivo y en directo.
Me gustaría que la ley de medios garantizace que todos sepan ésto,
que todos se enterasen que se acampa en córdoba para que Monsanto se vaya de acá.
Me gustaría que el gobierno luchase para destruir también a los imperialismos que nos aferran, a una dependencia agobiante.
Y los de abajo estamos, construllendo desde abajo.
Armándonos de nuestros propios medios.
De comunicación, de lucha, de insurrección.
Me gustaría que el pueblo recordase, que el Che Guevara fué Argentino,
que en el 2001 de la rúa se fué gracias al pueblo,
que los archivos de la dictadura siguen sin abrirse.
Y los de abajo aquí estamos, encargándonos de que el pueblo no se canse de recordarse,
que está en sus manos, conducirse a la liberación, de la hegemonía de la estupidez y de la muerte, que se concentra en la mano de un par de poderosos que nos garantizan ésta realidad.
Sí, yo quiero estudiar.
Sí, yo quiero conectar igualdad. Conenctar la igualdad de que todos tengamos la posibilidad del conocimiento, la posibilidad de educarnos en pos de la industria nacional, y no del monocultivo.
Y no del fraking. Y no de los monopolios, que nada tienen que ver con mi Nación.
El futuro va a saber ser fuego,
cuando juntemos las armas de las mentes críticas y decididas,
a hacer y concretar,
la revolución argentina,
que nos llevará a vivir en la paz de la justicia.

Hablo de las palabras

Es entonces que hablamos de las palabras;
de las palabras sin ecos, sin acertijos, sin laberintos que las entrecrucen.
Hablamos de las palabras que no tienen miedo de ser sólidas;
que saben de ser contundentes ante el temor
que emanan todo el tiempo valentía de saber ser escritas sobre el papel.
Hablamos de palabras, con palabras de miel.
De chorreante alevosía con la que nos sabemos besar también.
¿Quién dijo que los que batallamos la vida misma en búsqueda de la revolución no necesitamos amar también?
Hablo de las mentiras que le hicieron creer al revolucionario aquel, que se encerró en sus ideales, porque le tenía miedo a las palabras que florecen amor. Por que le tenía miedo, y es probable que le siga temiendo aún, a las palabras que sabía florecerle desde su interior. Desde el mismo lugar en dónde le florecía la convicción.
Y, por divina suerte de las lenguas que saben de sonoridad y de textura, es que seguimos hablando del habla misma que sin palabras no existiría. Que sin bocas decididas, no se consolidaría. Ni se solidificarían en poesía antes de gritarle al primer ciego que las provocase.
Te hablo de las palabras, con las que te hablo ahora que sé, que la revolución va de la mano de ellas.
Hablamos. Escribimos. Gritamos. Añoramos. Yo sólo sé de ser poeta, vos buscás hacer que todos sepan de lo que ocurre.
Periodista. Sí.
Revolucionario, también.
Inquieto. Como las palabras que le dan vida al salto constante que es tu caminar.
¿Quién dijo que las palabras no saben enamorar?
Saben hacer el amor, saben destilar sudor de las mentes. Saben organizar un pueblo para la insurreción. Saben mentir también, en manos del opresor. Saben ser la herramienta de la vida, y de la destrucción. Saben constuir el arte, y destruir la verdad. Van de la mano de quién toma el arma de la palabra para generar realidad.
Y yo, te hablo porque me oís. Te hablo porque tu vida activa el motor de mi poesía.
Me hablas de las palabras que siempre quise oír,
de las palabras que solo podría pronunciar tu vocablo musical.
Una a una las letras, son tejidas por tus cuerdas vocales.
Y el sentimiento que se entreteje entre la sonoridad de tu mirar, es imperceptible ante los oídos del receptor.
Del receptor que soy yo,
porque aún te concentrás en hablar de cómo hablan tus palabras, cuando se preparan a gritarme, para enseñarme a ver, que el presente es lo que importa.
El presente, cargado de sentimiento.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor que genera.
El presente, cargado de la convicción del sentimiento de amor que genera la revolución.
Aquí yace, el presente.
Aquí, en las palabras que cierran ésta oración.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Sos el pasado que hago que estanque éste presente.

Lo que verdaderamente importa
es lo que está sucediendo en éste momento
en éstas líneas.
En el aquí y ahora.
En tus ojos y tus manos sobre éste papel.
El momento de auge de hermosura, del amor que profundo nos unió
quedó aferrado en ése tiempo, lugar y espacio.
En el que te ame, porque me amabas, despacio.
Pudo haber sido un impulso ése presente, para éste hoy.
Pero si nos quedamos aferrados a lo hermoso de lo que sucedió
terminamos cegados ante lo que no está sucediendo.
Cuesta dejar ir en éste presente tu piel de sol incandecente.
Cuesta porque me deja absorta ante éste presente en el que veo siempre ausente.
Pero si el corazón sigue anclado en la hermosura del ayer, la hermosura del hoy nunca ha de poder llegar.
No hablo de que los besos hayan sido efímeros, me refiero a que, para amarte también necesito tus labios hoy.
Y si no están.
No creo que haya amor.
No creo que el sol siga naciendo entre vos y yo.
No creo que ése momento haya sido la causa de una consecuencia hermosa que aún no ha llegado. Justamente, por seguirla esperando.
Al menos, mientras siga aferrada a la hermosura de lo que te dí/me diste
no voy a poder dar ni recibir, en éste presente.
En dónde ante la desesperación de seguir sintiéndote,
le obstruyo la puerta de entrada al amor. Verdadero. Y sigo detenida, en la incertidumbre. En la posibilidad de que ése amor, llegue, sin que sea de vos. Sin que sea de mí.
Dejame vivir.