martes, 15 de octubre de 2019

Pedazos de alma

¿Qué es lo que te moviliza a luchar, a salir de ese casillero de comodidad individual,
y someterte a algo más complejo, que es dejar todo por algo que excede el perímetro de uno mismo?
Desde que nací mamé la combatividad de mi madre. todo todos los días era una batalla que ganar: mantenernos unidas, mantenernos felices, mantenernos con vida. Batallas que con fiereza pudimos doblegar.
Así en cada aspecto de mi vida supe que nada venía de arriba. Entendí que todo lo que yo quería
me lo tenía que ganar. Tenía que dejar una parte de mí para poder conquistarlo: ya sean lágrimas, sudor, tiempo, cuerpo, o pedazos de alma. Todo aquello iba a construir los cimientos de lo que pretendiese conseguir.
Apliqué literalmente esto a todo en mi vida
Entonces aprendí que nada podía ser realmente valioso si no había dejado una parte de mí misma para darle vida.
Como un rompecabezas empecé a encontrar partes de mi alma depositadas en un montón de lugares, en un montón de personas, en un montón de instantes. Que habían constituido la persona que yo era.
Nada es realmente valioso si uno no deja una parte de sí mismo para que pueda vivir para al fin florecer.
Dejando una parte de mí en cada momento donde amé la vida tuve miedo de que eso me consumiera, de que acabe poco a poco desintegrándome.
Pero comprendí que cada porción de mi alma que dejaba depositada en aquellos lugares, eran en realidad semillas que luego florecían dentro de mí.
Entonces empecé a ser más selectiva en los lugares con los que iba a construir mis jardines interiores.
Pues la realidad me había demostrado que si eso se convertía en algo dialéctico, no iba sólo a florecer en mi interior, sino también en el interior de otras personas.
Fue así que dejé trozos valiosísimos de mí en cada lugar en donde amé la vida. Añorando esa dialéctica que los hiciera florecer a ellos mismos.
Pero el tiempo se detuvo y el jardín que había construido se convirtió en un bosque en mi interior.
La vegetación se volvió principal allí donde puse menos expectativas: en mí misma.
Y en aquel lugar dónde había dejado el trozo más importante de mí la dialéctica se cortó.
El puente se cayó y el hilo verde que unía ambas vegetaciones se rompió.
Desesperada intente dejar aún más que lo que había dejado, pero eso comenzó a quitarle oxígeno a mis jardines interiores.
Volví a comprender que aquello por lo que no se lucha no es realmente valioso y así fue que comprendí tu mensaje.
Repleta de vegetación en mi interior pero perpleja ante la realidad, supe que ya no alcanzaba con mis trozos de alma, mientras la tuya permanezca paralizada.
La dialéctica para existir necesitaba de tu alma también, pero ella no supo luchar y se mantuvo indiferente.
Desde que nací mamé la combatividad de mi madre Así en cada aspecto de mi vida  aprendí que: nada es realmente valioso si uno no deja una parte de sí mismo para que pueda vivir, para al fin florecer.