jueves, 27 de septiembre de 2012

Dejé de modular aprendiendo a cantar

Mentiría si dijese
que en esta lucha
vos ya no estás

Mentiría si negase
que fuiste vos  el que
me despertó a luchar

No estamos apagados
y con un beso me podes despertar.
No te comas la novelita
Abrite al crecimiento universal.

Mentiría si dijese
que en ésta lucha
vos ya no estás

Sería aún más ciego
si diría que no salís
al barrio a embarrar

Si el verde te dio la vida
proclamas unirte a ellos
en las oscuras avenidas.

Y tu sol amanece
y los cielos se enmudecen.
La realidad es ya tan obvia
que ni si quiera la podemos
nombrar.

La luz está acá adentro
¡Oh que será!
del día que descubramos
que no estamos limitados
si hundimos los pies
en el mar del pensar.

Porque hoy apagamos la tele
y vivimos la verdad
de poder sentir
que en esta lucha
ya no somos
sólo vos y yo
y nadie más.

Mentiría si negase
que fuiste vos
el que me despertó a luchar.

A la melodía se la hace el sol

Era magia que danzaba
me detenía en el tiempo para apreciarla.
Yo quería llegar a abrazarla
pero cuanto más me esforzaba
más se alejaba.

Mis luchas se tiñeron de negro
me derrumbé ante la represión
y ya no sabía si era el sistema
o era yo que había perdido el corazón.

Era el sueño del joven
sólida, libre y popular.
No había manos sangrando
ni niños sin lugar para volar.
Los niños hacían del cielo su hogar.

Fué entonces que el cielo se abrió
lo lejano y soñado por fín nos gritó
Nuestros ojos cegados ante la claridad
nos dijeron que era momento de actuar.

Las quimeras golpearon la puerta
y con la palabra te invité a luchar
Era el sueño del joven
sólida, libre y popular.
La oscuridad de tantos murió
y los tronos se quemaron en el sol.

Se nos acercó el mundo revolucionado
las quimeras nos golpearon la puerta
y no hubo voces que no se oyeran gritar

Te encontré en la noche de la lucha
y te dije ¡ahora sí nos escuchan!
porque con la palabra me invitaron a luchar.
Porque con la palabra me invitaron a luchar.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Cambios de roles entre la naturaleza y la pasión


El paisaje era tan exigente como su piel
No podías esconderte de él
Y no había espacio represor en dónde él no pudiera manifestar su belleza.
En los más recónditos lugares lo encontrabas
O encontrabas una parte de él
que te seducía impune
que te conquistaba inevitablemente.
Si  te  proponías no verlo, él se mostraba aún más
A veces era bello e indescriptible
Otras era perfectamente saboreable
como observable.

Rugían sus ojos cuando el sol se reflejaba en ellos
rugían sus ojos
gemía mi alma
cantaban mis cielos
lloraba la soledad.

Cargamos de ansiedad y expectativa el encuentro
No me proponía que sucediese
Tampoco esperaba fundirme tanto
y de aquel modo en su piel
Pero su cuerpo, su arquitectura
era tan ágil e imparable como la pachamama que le había dado la vida.
A veces lo confundía con ella
a veces él se convertía en ella
Y muchas otras, su piel sabía a madre selva.

En el auge de la pasión
sus alas se abrieron
y empezó a planearse en mis interiores
revolucionándome el deseo.
De repente un estallido de jazmín en los labios
Y él se convertía en pachamama otra vez,
haciéndome explorarlo;
la encontraba en cada rincón de su piel,
en cada gota de vida y de prepotencia que me regalaba su boca.

Cuando rugían sus ojos
mis ojos imploraban por más.
Eran voceros de mi alma que insistente necesitaba liberar a gritos el placer que la poblaba.

Cuando rugían sus ojos se podía comprender
cómo es que él
nacía,  moría, seducía y se convertía en pachamama
cuando la soledad lloraba traicionada y vencida.

La luna nos encontraba desnudos de cuerpo y alma
fundidos piel con piel,
ahogados en los ríos y arroyos que se creaban en nuestros surcos,
cada vez que nos encontrábamos,
proponiéndonos no encontrarnos
y volvíamos a trazar el puente de sudor
que nos conducía a convertirnos
en la pachamama que nos había dado la vida.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Teoría de los días nublados.

La luna iluminaba escandalosa, abrumante e irresistible, a la noche.
La luz era semejante a la que el sol dá para hacer el día.
Al darse cuenta de ésto, así de simple y concreto, el rey de las estrellas se encegueció de celos y de ambición. Fué así que un día, decidió faltar a su trabajo de todos los días, y así eludir su obligación. Se hizo el pícaro escondiéndose detrás de las nubes blancas de algodón y apagó su luz, o simplemente la dejó guardada en un cajón, por ése momento. Para cuando llegase la noche, la luna brillaría con deslumbrante esplendor, pues sería lo único que haya iluminado a la tierra aquel día, devolviéndole ésa vida necesaria y adictiva que las nubes se habían negado a brindar.
La noche llegó, y la luna brindo espontáneamente su show. El sol seguía escondido detrás de las nubes, observándola.
Nadie se había dado cuenta de aquel prófugo escondido, así como nadie había podido descubrir que lo que el sol sentía por la luna era una profunda admiración.