miércoles, 21 de noviembre de 2012

El tintero.

Siempre me escapo
de tener que
volver a verte
en mis poemas.
Siempre evito
volver a vivir
el ardor de sentirte
en las palabras.
Pero resulta que,
pareciera adicción,
encontrarte en cada párrafo
de mi ficción.
A veces me pregunto
¿serà real?
¿o mi imaginación
se entusiasmó tanto
que terminó
haciendo de vos
el mejor poema exacto?
A veces te encuentro sentado a mi lado
llenándome el tintero
con el que cargo la pluma
que reviste los versos que te dan vida.
En ésa consistencia turbia existis,
todos los días dentro de mí.
Y cuando encuentro tu yo verdadero,
se me esfuman las ideas
porque el tintero se queda sin tinta
y la pluma se derrite en mis manos.
Las hojas se me hacen cenizas
y al no tener la poesía
como salida
la lengua se me enreda
y se me hace un nudo infinito.
Pues cada vez que encuentro tu yo verdadero
nacen en mi boca un cúmulo de palabras
que se enfrentan desesperadas
para expresar algo
de lo que pasa adentro.
Pero caen en el abismo,
y se pierden en el enredo de mi lengua,
imposibilitada del decir.
Y mis ojos incrédulos,
buscan la forma de decirte
¡Abrazáme!
Que ya no le puedo
escapar a la tentación
de rendirme ante tu poesía
y dejarme fluir por tu lengua
que al soltar su palabra
vuelve a darle vida a la mia
cuando se encuentran
furiosas y felices
de sentirse en la humedad
de volverse una escupiendo fuego.