domingo, 10 de noviembre de 2013

Sos el pasado que hago que estanque éste presente.

Lo que verdaderamente importa
es lo que está sucediendo en éste momento
en éstas líneas.
En el aquí y ahora.
En tus ojos y tus manos sobre éste papel.
El momento de auge de hermosura, del amor que profundo nos unió
quedó aferrado en ése tiempo, lugar y espacio.
En el que te ame, porque me amabas, despacio.
Pudo haber sido un impulso ése presente, para éste hoy.
Pero si nos quedamos aferrados a lo hermoso de lo que sucedió
terminamos cegados ante lo que no está sucediendo.
Cuesta dejar ir en éste presente tu piel de sol incandecente.
Cuesta porque me deja absorta ante éste presente en el que veo siempre ausente.
Pero si el corazón sigue anclado en la hermosura del ayer, la hermosura del hoy nunca ha de poder llegar.
No hablo de que los besos hayan sido efímeros, me refiero a que, para amarte también necesito tus labios hoy.
Y si no están.
No creo que haya amor.
No creo que el sol siga naciendo entre vos y yo.
No creo que ése momento haya sido la causa de una consecuencia hermosa que aún no ha llegado. Justamente, por seguirla esperando.
Al menos, mientras siga aferrada a la hermosura de lo que te dí/me diste
no voy a poder dar ni recibir, en éste presente.
En dónde ante la desesperación de seguir sintiéndote,
le obstruyo la puerta de entrada al amor. Verdadero. Y sigo detenida, en la incertidumbre. En la posibilidad de que ése amor, llegue, sin que sea de vos. Sin que sea de mí.
Dejame vivir.

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