martes, 5 de octubre de 2010

No me acuses de homicida, aún sigues con vida.

Plagio. Repleto de armaduría espiritual.

Escuché el llanto de las llamas del dragón, y sentí la cruda nostalgia, atravesándome como una estaca de cristal en el pecho.
Abrí un paréntesis inmenso entre los dos. Sin consultarte. Lo decidí yo.
¿Para qué seguir invirtiendo tiempo en destruir nuestro corazón?
Ahora lo guardé en un cajón, dónde está a salvo de las hipocresía de los dos. Dónde, espero, nunca muera.

Desdibujo nuestro trance hipnótico y doy vida a una nueva posibilidad.
¡Yo pretendo seguir viviendo!
Temblar de amor, y sudar la pasión que corre por las venas. Y la lujuria, también.

No me acuses de homicida, aún sigues con vida.
Y el paréntesis que creé es de tiempo indeterminado, aún.
Y el corazón seguirá viviendo guardado en un cajón.
Bajo siete llaves que llevo colgadas del cuello, con las que puedo liberarlo el día en que no haya peligros para él. Cuando podamos estar juntos, indefectiblemente.

Mientras tanto morirá.
Y, ¿Para qué queremos la muerte de otro inocente?

No hay comentarios: