viernes, 29 de octubre de 2010

30/08

Si el cuerpo empieza a arder, y el abismo de padecer la realidad tan febrilmente, no logran divagar las tristezas ambiguas del corazón, sé que los ojos me van a sangrar de llanto, y el corazón se me va a escapar de las manos (lejos, hacia dónde supongo, que se encuentra el tuyo).
Ahora siento en el cuerpo lo certeras que son las distancias que nos dividen.
Sí, porque dejaron de unirnos cuando cerramos la jaula, encerrando lo más vulnerable de los dos. Y nos olvidamos del otro, o no.

¿Nos divide lo que antes nos unía indefectiblemente?

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