viernes, 7 de julio de 2017

El vicio de la libertad

Hay mucha gente que quedó atrás
y eso me duele.
No suelo mirar al pasado
pero cada vez que los recuerdo
no puedo evitar preguntarme
qué pasó
que la amistad se destruyó.
Si fui yo, si fueron ellos
O si fue cosa del destino que ya no nos quería más unidos.
Para decir la verdad, no creo en el destino.
Son nuestras propias decisiones las que definen nuestros caminos.
Entonces
Qué decisiones fueron las que nos separaron.
No es que los extrañe, ni a ellos ni a la que era yo cuando estaba con ellos.
Pero de tanto a nada, la pregunta me surge.
Y es inminente la culpa por sentir que quizá fui yo la que decidió separar aquello que me consumía, haciéndome creer que era libre, y que aunque no lo supiera también me unía a ellos.
Dejé ir ese vicio inútil que acostumbraba a unirnos, y de a poco, sin saber que iba a ser una consecuencia, los deje ir a ellos también.
No me duele haber abierto los ojos
No me duele haber soltado esas cadenas que confundían adicción con libertad
Pero la decisión dejó atrás mucho más de lo que creía
Y cuando observo los resultados, me duele.
Me duele que la libertad nos consumiera
y nos dividiera,
y que hoy estemos en caminos tan distintos
siendo que habíamos construido uno unidos.
No me arrepiento, pero la realidad me hace sentir
que lo que quedó atrás valía más para mí que para ellos,
pues soy yo la única que escribe estas líneas.

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