Ya encuentro en el brillar de las
estrellas nocturnas tu mirar que me desarma vengativo.
Es que pretendo desviarme del camino
y dejar de tropezarme con la misma
piedra; pues la atrapé y la lancé lejos, lejos.
Es eterno el concluir y el pesar de los
días
los deseos intocables
y las fantasías insistentes que te
reviven y dan vida contínuamente en mí.
Tus labios serán eternamente míos
tu corazón ya no late por mí
ni el mío lo hace por tí
Y es un reto corazón, el que podamos
soltar el timón
y dejar que el oleaje diriga a éste
barco.
Que nos lleve hasta alta mar
dónde podamos escapar del intento
suicida de hacerlo naufragar.
Sabes que no nos podemos amarrar aún
más
y que su mirar me derrite, y no puedo
impedirlo
no puedo detener el impulso de
liberarme de cuánta cadena me detenga a aferrarme a su espalda.
Sabes que te dí de mí hasta lo que no
tenía
y que me quedé sin proviciones para
amar; por éso no quiero perder ésta jugada.
Ya entregué el as bajo la manga, y
tengo el trebol de cuatro hojas en un marchitar eterno.
Y si sus alas vuelven a batirse cerca
mío, te juro que remontaré vuelo hacia el naufragio de su ser.
Recuperaré la agilidad con la que me
desenvuelvo en la ogera de euforia que me domina, y me iré lejos;
sin brújula de alfiler que me guíe; dónde encuentre su
inescrupulosa realidad; dónde me una a su andar sin tiempos, a su
desdichado destiempo que tanto me ipnotiza.
Sabes que te dí de mí hasta lo que no
tenía,
y que no suene a reproche
es una poesía más dónde explico lo
que me es imposible al mirarte a los ojos
Las alas agitadas y ansiosas por volar
a dónde no tengo idea que podría estar
te ruegan;
Y pretenden volver a hacer germinar lo
tan deseado
a renacer de la tragedia y perderme en
los confines de lo desconocido,
de la utopía de que no haga otra cosa
que perderse en mi boca.
El rompecabezas se desarmó y dejo por
fín de romperme la cabeza
luego de habermela roto yo misma contra
tu pared testaruda.
Ábrete vuelo conmigo y que en el andar
descubras tánta pasión cómo la que pretendo derrochar en su
anatomía; tanta música como la que oíre en su orquesta de gemidos.
Desarmate del pasado y verás que es
sólo un lapso de tiempo más hasta lograr el auge de plenitud en tu
andar, y en el mío, y en el de todos los demás.
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